domingo, 24 de agosto de 2008

MADRID


Estoy en Madrid y no es de extrañar que no me sienta como en casa. Pero voy a hacer todo lo posible por hacerme un sitio aquí, tampoco tengo muchas más opciones…

Llegué cansada de lo que se suponía que iban a ser unas estupendas vacaciones, y sin duda lo fueron gracias a mi hermana y al apoyo incondicional de mi cuñado con quienes he pasado unos días fabulosos en Lanzarote y luego en su casa de Wacken. Pero una panda de sinvergüenzas hijos de mil padres se encargaron de amargarme de la forma más ruín y traicionera la visita que tenía planeada a Holanda. ¡Que poco se puede fiar ya nadie de la gente! A medida que cumples años esto va a peor, ¡que decepción tan ignominiosa me han hecho padecer los que yo creía que eran amigos!...

Pero ahora estoy aquí, reponiéndome y organizando la estancia que voy a habitar por un tiempo indeterminado, intentando hacerme sitio de nuevo, tirando trastos, recolocando otros, organizando papeles y ropa a la vez que pongo en orden mis ideas y sigo con el plan que me he marcado. A ver que sale…

Conocí a un chico. Nos tomamos unas cervezas y hablamos de todo un poco, animadamente, escondiendo nuestros monstruos, tal y como todos hacemos hasta que se hacen tan evidentes que a veces llegan a morder. Nos reimos y yo al oírle hablar no dejaba de pensar en lo familiar que se me antojaba todo, estar allí sentados sin ninguna prisa, hablando de libros, de experiencias, de ciudades europeas… y sus expresiones y su acento me recordaban el sitio al que pertenecí una vez, hablaba como yo hablaba entonces, hace muchos años, cuando yo también era de Madrid. Y cuando fui plenamente consciente de ello empecé a sentir feliz por haber vuelto y me quité el peso que llevaba por esa decisión encima.

A él no le volveré a ver, pero me ha abierto un caminito del que estoy profundamente agradecida, hay personas que se cruzan en nuestras vidas simplemente para darnos un poco de aliento y que luego se van cuando ya han cumplido su cometido. No se puede pedir mas… supongo.

Y mientras reviso mi curriculum y me mentalizo para inscribirme en el curso, no puedo evitar preguntarme si lo que estoy haciendo es avanzar o si estoy regresando al punto de partida tal y como dijo Vizzini que hiciésemos cuando un plan sale mal.